Historia de unos zapatos rojos -2007-

Dedicado a Capilla del Señor - Exaltación de la Cruz

Estos relatos están dedicados a mi pueblo
Capilla del Señor
Partido de
Exaltación de la Cruz
Provincia de Buenos Aires.

A mi infancia plena de luz.
A mis padres por sembrar el amor
a las cosas simples.
A mi tía Amalia por ser un recuerdo
inolvidable.
A mi familia, a mi hermana
con quien compartí la edad de la
inocencia.
A mis hijos, para que no olviden
las raíces de la mesa familiar.
A mis nietas con quienes he de vivir
mi madurez.


 Capítulo 5
14 de septiembre

Ese día el pueblo se levantaba muy temprano. Los festejos patronales
ocuparían la atención de todos. Las bombas de salva indicaban que
debíamos estar presentes en la escuela; el desfile comenzaba a las diez,
ahí estaría yo con mi guardapolvo blanco. El acto se desarrollaba como
cualquier festejo patrio, el izamiento de la Bandera, la suelta de palomas,
el Tedeum, los discursos, entrega de premios, instituciones invitadas,
centros tradicionalistas desfilando con caballos. Algún escenario donde
cantores y bailarines hacían gala de su destreza. Gauchos con galanteos
persiguiendo a su moza, y un zapatear lleno de coraje e historia. La
danza y la guitarra hablaban de luchas por conquistar el suelo que hoy
brinda la alegría del progreso.
La procesión a la tarde era otro regocijo, donde la imagen del Cristo
Crucificado que se encuentra en el Altar Mayor, era acompañado por la
Virgen de los Dolores, recorrían las calles. La gente se agolpaba y un
sentimiento católico florecía en masa. La fe iluminaba el espíritu, sabíamos
que poco quedaba de ese día compartiendo la misma alegría.
Por último los fuegos artificiales iluminando el cielo brindaban un
magnífico espectáculo que se repetiría al año siguiente.



Capítulo 7
La casa grande

Hablar de la casa grande es meterme muy dentro de mí misma, entrar
a los instantes fuertes de mi vida, hablar de mi abuela y la riqueza
que encierra la familia, es volver a los domingos cuando el abuelo se
levantaba muy temprano para amasar, estirar y luego cortar tallarines
gruesos que yo odiaba. Es revivir junto a la enorme radio, las carreras
automovilísticas, donde Juan Manuel Fangio y los hermanos Gálvez,
Juan y Oscar, cruzaban una recta inolvidable, para terminar en un
“¡Llegaron!”. Es el sabor delicioso del tuco, la tarde con chocolate y buñuelos,
volver a las plantas de mandarinas, a los durazneros florecidos, a
mariposas blancas, al asombro, y a todo aquello que penetra en nuestros
poros, dejando una razón importante que nos enseñará a vivir.
El piano estaba en el comedor, había una mesa de roble ovalada, con
doce sillas alrededor. Un mueble de estilo, con mármol y espejos, tres
cajones, dos con fotos antiguas, así decía mi abuela. Mi obsesión era
mirarlas, descubrir detrás de los rostros desconocidos sus pensamientos.
Circunspectos, serios, miradas melancólicas, penetrantes, austeros, profundos,
me hacían pensar que estaban enojados. Las mujeres con trajes
largos, botoncitos uno al lado de otro, puntillas, cuellos altos con prendedores.
Los hombres con polainas, sentados y su compañera de pie.
Lo que más me llamaba la atención era un enorme cuadro en forma
oval, con marco dorado al estilo rococó; en él una foto, de un hombre
con ojos celestes, cabello canoso, gran bigote y una leve sonrisa, era mi
bisabuelo. Después de largo rato contemplándolo, continuaba mirando
las fotos color sepia.
Llegaba el gran momento, sacaba del cajón de una pequeña mesa,
velas blancas y largas. Abría el piano. A ambos lados unos candelabros
de bronce con enormes rosas ocupaban parte del frente; colocaba las
velas en ellos y calladamente las encendía.
Me sentía una reina, una dama importante. 
Esa hermosa fantasía de luz, el vals, preludio o fuga
que yo intentaba ejecutar, eran sueños y realidades en el corazón de una
niña con zapatos rojos.
La casa de mis abuelos tenía magia. Era ese lugar especial que nadie
olvida, el color del arco iris que cada ser humano lleva desde que nace,
muy dentro suyo.


La Búsqueda

(Romance)

Viene a buscarme la muerte
toda vestida de negro.
Su poderosa mirada
es como un puñal de fuego.
Atravesando mi ser
luchó con mis pensamientos.
Ellos fueron mis bastones
y quienes me sostuvieron.
Lavaron todas mis culpas
besando suave mi cuerpo.
Rezamos toda la noche
se enrareció el aire fresco.
Veo lustrosos caballos
que llevan un coche negro,
tienen las crines trenzadas,
caminan, caminan lento.
Majestuosos, imponentes
son diez caballos de acero
escuchándose a distancia
el resonar de sus cascos
diciéndole a todo el pueblo:
–Escóndanse moradores
persígnense sólo al vernos,
representamos la muerte
y guardamos su secreto.
En el aire se respira
olor azufre e incienso,
y detrás de la carroza
todos siguen el cortejo.
Ella esbozó una sonrisa
murmurándome: Te quiero.
Tocando mi rostro dice:
–Observa tu propio entierro.
Y apretándome con fuerza
abrió la puerta al infierno.


Nostalgias de mi pueblo

Recuerdo los canteros fragantes de mi vida
la quinta del abuelo, la infancia recorrida.
La tarde pueblerina esconde su mirada,
el regador sonríe con la lluvia inventada.
La siesta presuntuosa se duerme dulcemente
el sol con su pereza que nos lame la frente.
Aquel petiso bayo, cuatro niñas esperan
su trotecito lento se envuelve en primavera.
Aquella casa antigua, belleza de los días
y un piano melodioso inventa melodías.
Y la inocencia brinca, entre trenzas y sueños
es el primer amor, que acaricia los leños.
Aquellas caminatas junto al arroyo viejo
vertientes cristalinas que sonríen de lejos.
Si alguna vez pasaras por mi pueblo viajero,
verás alguna estrella brillar junto al lucero.
Camina lentamente, bañándote de lunas
infancia entre jazmines, arroyos y lagunas.



Caminaré con mis zapatos rojos
por el poniente sol.
Una luz
ha de quemarme la roja sangre.
Mis labios morderán 
una manzana roja.
Entre la arcilla y el instante prometido
una roja herida
abrirá los rojos tulipanes.
Entonces
fategaré este deseo
para morir en el hoy
con un puñado de rosas rojas.




Poeta vital, Alicia Belloso surge de su propia respuesta en estado humanístico, con el rigor de la artesana que oficia y abreva en el ámbito de la reflexión. Pareados, romances y sonetos dan paso a una estudiosa que dialoga con su voz interior. Con pragmática expresión y esa música que solo toca para los nombrados.

                                               Mima Ramallo Cepeda
                                               Mar del Plata


Conocí su poesía. Bellísima poesía en Chile ahora he podido acceder al centro de su linismo. si en vez de ir a venir afanados en otras exigencias, nos pusiéramos a leer poemas como los de esta escritora, podríamos vislumbrar el paraíso poético.

                                               Esther de Izaguirre
                                               Buenos Aires.


Visionaria expresión del sentimiento de esa poeta argentina, de fecuenda trayectoria en las letras de su País y de América. Reside en Mar del Plata y desde allí su amplia inspiración, desborda su propio universo y se vuelca solidaria al mundo de los demás para compartir frustraciones y esperanzas.

                                               José Ramón Mediza
                                               Diario Ecos Literarios – Montevideo.


1 comentario:

Meco dijo...

Muy lindo lo que decís de Capilla. Esas palabras solo pueden salir del corazón de una "capillera".
Seguramente por donde vivís, sos hija de Carlitos, de quien tengo un vago recuerdo.
Además somos "casi parientes". Quizá vos tampoco me recuerdes, pero seguramente a mi viejo "Meco" lo tengas presente.
Un saludo desde Capilla....

Héctor (Meco II) Martignoni